Nieves Molina, agricultora: “Del campo se puede vivir, tenemos que luchar para seguir viviendo de esto”
28/11/2025 | “Animo a mujeres y jóvenes a dedicarse a la agricultura", explica en plena planificación de la campaña de riego 2026 de aguas subterráneas en el campo calatravo


Nieves Molina, almagreña de 55 años, pertenece a una saga de ganaderos y agricultores del Campo de Calatrava. Mamó el campo en su infancia, mayormente la ganadería, la actividad de su padre y su hermano; luego se casó, tuvo hijos, y optó por trabajos temporales, hasta que se hizo agricultora profesional.

De eso hace veinticinco años, “y no se arrepiente”, cuenta en una entrevista en su finca del paraje La Membrilleja, en la que esta mañana de noviembre -hace unos días- le toca atar sarmientos, tarea en la que asegura ser mejor que su hijo y su marido, con quienes trabaja.

 “Mi marido y yo tenemos una comunidad de bienes, en la que soy la agricultora principal; mi hijo se hizo joven agricultor hace años, cuando la crisis del pladur. Entre los tres llevamos las tierras”.

Ser mujer y agricultora no es ni más ni menos fácil, opina, aunque “aquí en Almagro es un poco raro, seremos dos o tres agricultoras; puede que alguna más viva de esto, pero están a la sombra del marido” (el suyo tiene otro negocio).

“Del campo se puede vivir, tenemos que luchar para seguir viviendo de esto. Como todas las cosas hay que echarle valor y ganas. “El trabajo agrícola es digno. Animo a mujeres y jóvenes a dedicarse a la agricultura; no se arrepentirán”, afirma.

El campo, la mejor “oficina” para Nieves

Como “oficina” considera que el campo no tiene rival. “Aquí se respira paz y tranquilidad, incluso en las épocas más duras como el verano, es cuestión de adaptar los horarios”, aunque admite que “cada vez es más difícil vivir de la agricultura”.

En el Campo de Calatrava, en el que cultiva viña, olivar, almendros, y a veces hortícolas como la patata, la escasez de agua es el gran problema. “Las plantas no tienen la culpa. Ellas siguen ahí, luchando por sobrevivir, a veces digo que, si nosotros tuviéramos que estar como ellas, ahí plantadas en pleno verano a más de 40º, no lo aguantaríamos”.

“No podemos permitir que nos quiten el regadío”

Molina, que también preside la comunidad de usuarios de la masa de agua subterránea Campo de Calatrava, se desespera por la falta de este recurso y las restricciones desde que se declaró en riesgo. “No podemos permitir que nos quiten el regadío, es nuestro pan de cada día, lo necesitamos”, reclama.

Tubería Manchega

Este otoño Molina es algo más optimista por la adjudicación de las obras del ramal del Campo de Calatrava de la Tubería Manchega (ya han empezado las expropiaciones de terrenos). “Dios quiera que las obras se hagan pronto y en los pueblos de la comarca tengamos agua de calidad. Tengo esperanza por darle un desahogo al acuífero”.

“Luchar por precios justos”

El otro “problemón agrario”, dice, es el de los precios. “Hay que luchar por unos precios justos, no podemos permitir que haya empresas que se estén inflando o haciéndose ricas con nuestros productos, cuando los agricultores tenemos que sobrevivir bajo mínimos, trabajando por debajo de los costes de producción”.

Le ha pasado en esta última temporada. Partidaria “de no poner todos los huevos en la misma cesta”, ha plantado patatas, “están buenísimas, pero me han salido feas”. El caso es que se las pagan a céntimos el kilo, “cuando en cualquier supermercado te cuestan dos euros, con el sacrificio y el gasto que cuesta producirlas”.

Y luego están las pegas al uso de determinados productos como “insecticidas que siempre han funcionado bien”, remarca, y la sustitución obligatoria por otros más caros e ineficaces. “Por estas cosas muchos agricultores están tirando la toalla y cuesta que entre el relevo generacional”.

«Hay que apostar por productos de proximidad»

A los consumidores non pide más atención, “hay que apostar por productos de proximidad, españoles y de nuestra comarca”. Y si es posible -ella misma lo hace cuando puede- «acudir directamente al productor».

Viéndola en una fresca pero soleada mañana de otoño, con una atadora eléctrica en su viñedo de La Membrilleja, unas tierras que tradicionalmente arrendaba su familia, que desde hace unos años son suyas; con placas solares e incluso una pequeña casa de labor-refugio, parece idílico dedicarse al campo. No es así. “Esta finca está como está porque henos invertido mucho, todo a base de préstamos y esfuerzo, arrancando cultivos para poner estas viñas y sacarles el máximo rendimiento”.

Con viña, olivos y almendros, y no pocos, “tengo 30.000 viñas y 17.000 almendros”, explica, Nieves no se puede dormir en el trabajo. “Si quisiera estaría los 365 días del año o más trabajando”.

Puede con todo porque la mayoría del trabajo pesado lo tiene mecanizado, y entre ella su marido y su hijo lo hacen todo. Contratan jornaleros en momentos puntuales, “para las recolecciones”, y así van tirando.

La producción en intensivo y en plantación normal requiere de mucho esfuerzo. Excepto arar, que lo hace su marido, Molina coge el tractor y hace todos los tratamientos que necesitan las plantas y el resto de tareas. “Con los adelantos actuales no se necesita tanta fuerza en el campo, es más, hay trabajos agrícolas que hacemos mejor las mujeres”, suelta.

Noviembre puede parecer una época tranquila, “pero tampoco te puedes dormir, los días corren; hay que podar, atar, bajar los alambres; la viña exige cuidados todo el año”, explicita, sin embargo, “al precio que están ahora los vinos no compensa. En estos años hay mucha gente que está arrancando viñedos. Cuesta muchísimo producir un kilo de uva”.

A ellos no les va mal “porque tenemos un poco de todo, si viene una mala cosecha de aceituna, compensamos con el almendro o la viña, y así salimos a flote”.

Un día de trabajo en el campo

La gente que da el jornal tiene que estar a las ocho de la mañana en el corte. Ahora se hace jornada intensiva, y a las cuatro o cuatro y media se marchan. En verano se madruga más, “si hay que hacer trabajos manuales no se puede a partir de las doce o la una. Lo normal es empezar a las cinco o las seis de la mañana, en cuanto empieza a clarear, para terminar antes, eso cuando se hace la recolección del ajo, la cebolla, la sandía o el melón”.

A podar y atar sarmientos en la viña se sumará en unas semanas la recolección de la aceituna. “La cornicabra la recogeremos en Navidad, ahora estoy esperando que venga la máquina grande para recoger la aceituna arbequina. Como empiece a helar se estropea, la recolección de esta variedad es superintensiva, lo hace una máquina de las grandotas”.

Las mujeres representan el 29% de la población ocupada en el sector

Las mujeres representan en torno al 29,8% de la población ocupada activa del sector agropecuario en España, según datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del tercer trimestre de 2024. La agricultura se comporta como un sector refugio para el empleo, de manera que se expulsa a las mujeres y se sustituye por empleo masculino cuando hay dificultades en otros sectores, mientras que en períodos de puntas de demanda de trabajadores en otros sectores, la fuerza de trabajo femenina sustituye a los hombres.

 

Fuente: Lanzadigital.com