Laura González: Cuando veía algún animal enfermo procuraba curarle y dedicarle tiempo, y me di cuenta de que mi pasión estaba en ese lugar
08/07/2022 | Laura es una de las pocas mujeres esquiladoras de la provincia de Ciudad Real. Afirma que desde que tiene uso de razón no ha visto a ninguna otra esquiladora que haya pasado por la explotación de su familiar.


Laura González es una joven de Aldea del Rey (Ciudad Real) de 22 años de edad. Es la pequeña de dos hermanas e hija de dos ganaderos. “Mis padres tienen una explotación de oveja manchega, y desde muy pequeña he mamado lo que es el negocio, el estar con los animales… Pasábamos los meses de verano en la casa de la finca donde tenemos la explotación familiar y desde los dos o tres años mi contacto con los animales ha sido casi continuo”.

Destaca que en casa les han educado concienciándoles de la importancia del negocio, “funcionamos como una piña”, apunta. Y que según fueron creciendo ella y su hermana siempre han ayudado en lo necesario: ordeñando, echando de comer… en situaciones puntuales o en ratos libres. No obstante, asegura que estas tareas siempre han ido en paralelo a los estudios. “Estudiar, en casa, siempre ha sido lo primero”.

De hecho, Laura estudia actualmente un ciclo formativo de grado superior de Ganadería y Asistencia en Sanidad Animal, con la intención de continuar sus estudios hasta terminar con la carrera de veterinaria.

Cuando acabó Bachillerato comenzó por la rama social e hizo un Grado Superior de Integración Social.  Pero al llegar la Pandemia, y durante el confinamiento, volvió a casa para terminar el resto de curso a distancia.

En aquellos meses, cuando la crisis sanitaria le permitió salir, Laura iba al campo y fue entonces cuando estrechó el contacto con el funcionamiento y la gestión de la explotación, y sobre todo con los animales.

“Cuando veía algún animal enfermo procuraba curarle y dedicarle tiempo, y ahí me di cuenta de que mi pasión estaba en ese lugar. No me importaba madrugar, preocuparme y dedicar horas a los animales. Fue así como me planteé estudiar la rama de salud animal. Ahora estoy contenta, aprendo y puedo ponerlo en práctica fácilmente”.

Laura es una de las pocas mujeres esquiladoras de la provincia de Ciudad Real. Afirma que desde que tiene uso de razón no ha visto a ninguna otra esquiladora que haya pasado por la explotación de su familiar.

“Yo no soy esquiladora profesional. Estoy aprendiendo. En el Grado Superior nos enseñan a hacer ese tipo de labores, y con la llegada de la temporada aprovecho la ganadería para practicar lo aprendido. Me parece un trabajo necesario y al final, el saber no ocupa lugar”.

El sueño de Laura sería poder llevar su propia ganadería, pero explica que si tiene que coger “la maquinilla” y ayudar a esquilar, está dispuesta a ello.

Afirma que no hay mujeres en esta labor, y que las cuadrillas siempre están formadas por hombres, generalmente extranjeros, porque la mano de obra escasea también.  

Comenta que las mujeres ocupan un papel “casi invisible” en el sector agrario. “Cuesta encontrarlas, no sé si porque no tienen suficiente representación o porque no se les da la suficiente visibilidad. Generalmente, el campo, la agricultura y la ganadería se han visto como un mundo de hombres”.

Recuerda cómo su abuelo le contaba que en Aldea del Rey, su pueblo natal, las mujeres siempre han formado parte del sector, ayudaban a recolectar las hortalizas de las huertas, entre otras muchas tareas.

En cuanto al trabajo en ganaderías de ovejas, Laura afirma que hay muchas mujeres, especialmente para el ordeño. En algunos casos, “se prefiere que seamos nosotras quienes nos dediquemos a ordeñar. Pero aún hay muy pocas ganaderías lideradas por mujeres. Sin embargo, vamos ganando visibilidad gracias a las asociaciones de mujeres y a que la sociedad parece algo más concienciada del papel que desarrollamos, pero hay mucho por hacer”.

Valorando la situación por la que atraviesa el sector agrario, la joven indica que se encuentran en un momento “complicado” porque el sector está “asfixiado”.

Considero que este es un sector completamente esencial, gracias a él comemos y cubrimos nuestras necesidades básicas del que sale toda la materia prima, pero estamos muy poco valorados.

“Soy consciente del trabajo y sacrificio que requiere el ganado. Con la reciente crisis, han subido los precios, y por tanto la inflación. Sin embargo, los costes de producción son tan altos, que la rentabilidad de vender nuestro producto es muy escasa…” apunta Laura.

Además, indica que el sector también se enfrenta a un problema que acarrea desde hace tiempo: la falta de mano de obra. “Es la pescadilla que se muerde la cola, y aunque existen políticas e iniciativas dedicadas a formar a jóvenes, ayudar a los ganaderos y ganaderas… creo que nos falta lo más importante: que se nos valore”.

En este sentido, destaca la importancia de iniciativas y asociaciones como AMFAR, “porque nos representan y nos dan visibilidad. Gracias a ellas las mujeres tenemos un hueco en el mundo rural y un espacio en entidades e instituciones. Gracias a este tipo de proyecto, las mujeres rurales tenemos una imagen. Necesitamos que este trabajo continúe y que sigamos creciendo en cuanto a representación. Necesitamos que se nos de visibilidad”.