Irene Gómez, una panadera con Gustos de Antes y Estrella Panadera en Sigüenza
22/11/2022 | Su panadería de Sigüenza "Gustos de Antes”, es su seña de identidad y el máximo exponente de este oficio que vive con entusiasmo y que le corre por las venas desde que tiene uso de razón.


Acaba de ser premiada con la “Estrella Panadera”, Irene Gómez recibía este reconocimiento nacional concedido por el portal especializado “Pan de Calidad” al compromiso con la elaboración de este producto fundamental en la dieta mediterránea.

Su panadería de Sigüenza “Gustos de Antes”, es su seña de identidad y el máximo exponente de este oficio que vive con entusiasmo y que le corre por las venas desde que tiene uso de razón.

Nació en Tarrasa (Barcelona), si bien su infancia oscila entre Jadraque y Sigüenza (Guadalajara), siendo este último municipio en el que finalmente desarrolla su carrera profesional.

Madre de dos hijas, una de ellas afincada en Barcelona. La segunda, a punto de finalizar su carrera de periodismo y telecomunicaciones, compagina los estudios y el trabajo en la empresa familiar “Gustos de Antes”. Irene proviene del mundo de la churrería, donde trabajaba con su padre, incluso recorriendo pueblos de feria en feria.

En el 2001 da un nuevo rumbo a su vida y se instala en Barcelona donde arranca su historia en el mundo del pan. “Tuve que reinventarme. Conocí a Juli Álvarez que apostó por mi capacidad de trabajo en equipo y me enseñó todo lo que sé del pan”. Después de diez años en aquel negocio en Barcelona es consciente de que “estaba enganchada al mundo de la panadería”, y toma la decisión de viajar al extranjero. Se forma en la reconocida escuela BBP de la ciudad francesa de Ruan, hace sus prácticas en Montpellier y completa su aprendizaje viajando por Suiza y Bélgica.

Tras este intenso periodo de formación, y tras saber que su madre iba a jubilarse en Sigüenza, recibe la llamada de su hermana Rebeca que le propone continuar con el negocio familiar de la churrería. Acepta, y decide completarlo con lo que ya era su auténtica vocación y aquello para lo que durante años había estado formándose, la panadería. Finalmente, en 2016 regresa a Sigüenza para inaugurar “Gustos de Antes”.

Fundan el negocio con seis trabajadores, haciendo especial hincapié en la innovación y en el esfuerzo y sacrificio de interminables horas de trabajo. Reconoce que siempre ha querido “hacer cosas que otros no hacen, y en esa línea elaboramos el pan trabajando con masas madres, con fermentaciones largas y en frío, harinas de trigo ecológicos de la zona, productos locales de Km0, de Castilla-La Mancha. “Todas las harinas de espelta, y el trigo blanco, que representa el 60% del total de los productos que compramos, son harinas de Cuenca, los aceites, las mermeladas… todos son productores locales”.

De los seis trabajadores iniciales, “Gustos de Antes” ya cuenta con 20 empleados y dos obradores en Sigüenza. Su arraigo con Jadraque, le llevó posteriormente a abrir “con mucha ilusión” una pequeña tienda en aquel pequeño pueblo de apenas 1.200 habitantes, en el que aún conserva parte de su familia y que visita al menos dos veces en semana.

En este punto de su carrea profesional, Irene continúa planteándose nuevos retos. Su próximo proyecto es lanzarse al Mercado de Abastos de la capital alcarreña “Me parece una experiencia preciosa que ya viví con la empresa en la que trabajé en Barcelona, que te permite cercanía con el cliente. Un cliente que va en busca de productos del día y de calidad, locales y de temporada, que hacen el negocio muy interesante”.

Continúa formándose con cursos en Madrid, Barcelona o Valencia, para después ser ella misma la que forma a sus propios trabajadores “de manera que puedan aprender la profesión y quedarse a vivir en el medio rural”.

Afirma que su gran objetivo consiste en que “Gustos de Antes” sea conocido y reconocido por elaborar productos de calidad. “Me apasiona este trabajo por muchas horas que tenga que dedicarle. Me motiva enormemente trabajar con mi hermana y es ilusionante que te valoren por tu trabajo hasta empezar a ser ‘Irene la panadera’, como me llaman ahora en el pueblo”.

Ha tenido que ganarse el respeto a costa de demostrar su valía en la profesión. Recuerda en sus inicios cuando recibía la visita de proveedores de harinas y preguntaban por el panadero. “Les costaba aceptar que la panadera era yo, una mujer. Más adelante, cuando fueron cociendo el obrador y nuestro trabajo se sorprendían mucho”.

Destaca que el ritmo de vida tranquilo del medio rural es muy positivo. “Es fantástico poder marcarte tus propios horarios y no depender del coche para todo, además compensa mucho a nivel económico”. Señala que su negocio es una realidad gracias a que está ubicada en Sigüenza, ya que en una gran ciudad no se lo habría podido permitir.

Irene es una profesional entusiasta de su trabajo y del comercio de proximidad.  “El conjunto de varios, hace más que uno”, señala. “Podemos compartir nuestras preocupaciones, incluso hacer compras centralizadas en los pueblos para sacar precios más ventajosos. Juntarnos, compartir experiencias, y ayudarnos entre todos es fundamental para salir adelante”.